Saturday, May 12, 2018

Contando la verdad a los judíos liberales estadounidenses: Donniel Hartman sobre la solución de dos Estados - Andrew Silow-Carroll - JTA (TuMeser)



El rabino Donniel Hartman tenía malas noticias para su audiencia en el predominantemente liberal Upper West Side: la solución de dos estados podría no estar muerta, pero tampoco es algo inminente, y la mayoría de los israelíes no creen que la solución de dos estados sea algo “implementable durante su vida”. No se trata de una cuestión de ideología, ni de triunfalismo, ni de mesianismo religioso, dijo Hartman – Presidente del Instituto Shalom Hartman – a su audiencia en el Marlene Meyerson JCC Manhattan el martes por la noche. Es que "20 años de falsos giros y terrorismo palestino, y las falsas promesas de la Primavera Árabe", han socavado la capacidad de imaginación de los israelíes.

¿Qué será ese segundo estado?” se preguntó, haciendo referencia a sus compatriotas israelíes. “¿Cuántos estados árabes funcionales existen? Los israelíes miran alrededor suyo en el Oriente Medio y ven a Siria, Líbano e Irak, y dicen: 'Muéstrame ese país que puede ser funcional' ”.

Los israelíes no están casados con la ocupación, dijo Hartman, y pocos quieren que sus hijos hagan lo que los soldados tienen que hacer para mantenerla. Pero prefieren el statu quo a cualquier cosa desconocida que pueda reemplazarlo. Y la “mayor fuente de fortaleza” del primer ministro Benjamin Netanyahu es su capacidad para mantener el statu quo.

El Instituto Hartman, fundado por el padre de Donniel, David Hartman, y creado en memoria de su abuelo, es descrito a menudo como un “think tank” sionista liberal. Ciertamente, su insistencia en el pluralismo religioso e ideológico hace que sea sospechoso para la derecha. Y la izquierda podría impacientarse con la afirmación realizada por varios estudiosos del Hartman en el sentido de que el establishment de la seguridad de Israel está funcionando de la mejor forma y lo más éticamente posible, dadas las circunstancias bajo las cuales vive.

El hecho de cómo esas circunstancias crearon el actual clima político, fue una parte importante y convincente de la charla de Hartman. Y esto ocurrió un día después de que Mahmoud Abbas, el jefe de la Autoridad Palestina, pareciera asegurarse de que el clima no vaya a cambiar en ningún momento en el corto plazo. Hablando ante el Consejo Nacional Palestino en Ramallah, Abbas ofreció lo que llamó una “lección de historia” sobre los judíos y el Holocausto, haciéndose eco de algunos de los peores negacionismos al estilo europeo. “Dicen que el odio contra los judíos no se debió a su religión, sino a su profesión social”, dijo Abbas, citando a algunos eruditos no identificados sobre por qué los nazis cazaban y mataban judíos. “Así que el problema judío que se extendió contra los judíos en toda Europa no fue causasdo por su religión, sino por la usura y los bancos”. En otras palabras, los 6 millones se lo tenían bien merecido. Y por cierto, el sionismo fue según Abbas “una empresa colonial que no tiene nada que ver con el judaísmo”, dijo Abbas, y Hitler y los sionistas alguna vez fueron cómplices.

La reacción – la condena a través de casi todo espectro político (salvo los matices en el Haaretz) – sugirió que esto no era cuestión de un duelo de narrativas. Al sugerir que la solución final no era el resultado del odio ciego e indiscriminado hacia los judíos y toda la cultura judía, Abbas atacó un núcleo de la autoidentidad judía y el consenso académico. Netanyahu lo llamó “otro discurso antisemita”, y Jason Greenblatt, el principal negociador de paz del Oriente Medio del presidente Donald Trump, instó a que los comentarios de Abbas “fueran condenados incondicionalmente por todos”. Por su parte, los grupos liberales emitieron declaraciones inusualmente fuertes. J Street dijo que en el discurso de Abbas “aparecen absurdos tropos antisemitas y comentarios profundamente ofensivos acerca de la historia del pueblo judío y de Israel”. Americans for Peace Now calificó sus comentarios de “viles”. El pacifista Israel Policy Forum, al igual que J Street y Americans for Peace Now, hizo hincapié en que esto no era meramente un caso de mala comprensión de la historia por parte de un líder. “Es imposible considerar a Abbas como un socio negociador viable cuando continúa negando el derecho del pueblo judío a su propio movimiento nacional y cuando continúa insistiendo en que el reconocimiento básico de una patria judía es el pecado original del conflicto palestino-israelí”, indicaba su declaración.

La declaración de Israel Policy Forum, al igual que los comentarios de Hartman, ayudan a explicar por qué palabras como las de Abbas clavan otro clavo más en el ataúd de la solución de dos Estados. Los israelíes anhelan la normalización más que la ocupación, dijo Hartman. El proceso de Oslo y los esfuerzos subsecuentes realizados por varios primeros ministros israelíes sugirieron a qué cosas Israel estaba dispuesto a renunciar para crear un Estado palestino. "Ya sea que uno esté de acuerdo o no con esa versión de la historia", dijo Hartman, “la percepción dominante es que nosotros ofrecimos y ellos dijeron ‘no’“.

Pero los israelíes también definen la normalización como una aceptación de al menos las líneas básicas de su narrativa histórica, comenzando con la conexión histórica judía con la Tierra de Israel, la verdad sobre el Holocausto y el derecho de los judíos a reclamar una identidad nacional. La mayoría está dispuesta a discutir sobre las fronteras y los arreglos de seguridad, pero no hasta que los palestinos y quienes los apoyan acepten la existencia de Israel. Por supuesto, se puede argumentar, como lo hizo Evan Gottesman del Israel Policy Forum esta semana, que el odio de los palestinos hacia los judíos explica por qué los dos pueblos deben estar separados antes que nada. Pero Israel es una democracia, y la separación vendrá como resultado de un proceso político. Y en este preciso momento, "muy pocos en el público israelí tienen el estómago para iniciar conversaciones y asumir riesgos con un socio que piensa que los judíos son responsables de que el Holocausto cayera sobre ellos".

Con todas las malas noticias que compartió el martes, Hartman ofreció ciertas esperanzas de que, con un socio adecuado y un nuevo discurso en Israel, podría surgir una nueva visión viable de dos Estados. Pero sin ser ilusos. Los israelíes miran hacia Gaza y no ven a inocentes siendo asesinados a lo largo de la frontera, sino a una sociedad que ha invertido miles de millones de la ayuda global recibida para construir cohetes y túneles para infiltrarse en Israel, no para contrabandear bienes, sino con la esperanza de secuestrar o matar a un soldado o civil israelí. Los israelíes no quieren que Cisjordania se convierta en Gaza.

"El sionismo de la Diáspora", les dijo Hartman, "se da el lujo de vivir en el reino de la imaginación. Los judíos de la Diáspora pueden imaginarse el Israel ideal e incluso enojar a los israelíes con su insistencia de lo que eso podría ser". Sin embargo, Hartman no quiere que la Diáspora deje de imaginar. "La paz", dijo, "será el resultado de una gran cantidad de trabajo a largo plazo”, pero quiere que los judíos de fuera de Israel reconozcan lo que ocurre cuando la imaginación se enfrenta a la realidad del rechazo árabe e iraní.

En nuestro vecindario", dijo, “la imaginación te mata”.

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