Friday, March 30, 2018

¿Ilan Halimi murió por nada? Años de negación del incremento del antisemitismo - Jacques Tarnero - Causeur



 ¿Qué les vamos a decir a nuestros hijos? ¿Que no lo habíamos visto venir? ¿Que estábamos en otra parte? ¿¿Por qué han evitado hacerle frente durante treinta años? ¿En nombre de qué ilusiones? ¿En nombre de qué tranquilidad? ¿Por qué tantas conmemoraciones sobre el totalitarismo sediento de sangre del siglo XX, mientras que las señales de advertencia de un mal similar ya están presentes?

Mientras se conmemoran los genocidios y el asesinato industrial, la memoria parece inútil para pensar el presente. Las purgas, las liquidaciones masivas en nombre de Dios, en nombre de la raza o en nombre de la clase, comienzan de nuevo en nombre de Alá. Aquí existen dibujantes de pensamiento libre atacados por caricaturizar al profeta. Aquí hay judíos asesinados porque son judíos. Aquí hay un historiador procesado por haber sacado a la luz la banalidad de este odio presente en las mentalidades árabe-musulmanas. Y aquí hay jóvenes en los llamados barrios dificiles que incendian negocios administrados por judíos en Sarcelles, como en el verano de 2014.

¿Todo eso se hace lejos de casa? No, es aquí mismo.

La trivialización del antisemitismo

"¡Nunca más!", se nos dice, ¿pero  aquí? Dos acontecimientos simultáneos cuentan la tragedia del momento presente. Se trata del asesinato del Coronel de  la Gendarmeria Arnaud Beltrame y del asesinato de Mireille Knoll, los cuales nos dan la medida de nuestra derrota y la medida de las ilusiones o mentiras mantenidas durante casi treinta años. Desde "la marcha del amor por la igualdad" en 1983, Francia solo ha perdido treinta años para imaginar su futuro.

Desde finales de la década de 1980 existían señales de advertencia del estado de barbarie que se estaba formando en los suburbios de París. No se ha querido ver esta amenaza prefiriendo la música celestial de las ONG's que luchaban contra el racismo de la extrema derecha.

Lanzada en la primavera de 2014, la película "24 días" de Alexandre Arcady, sobre el secuestro y asesinato de Ilan Halimi en 2006, ya había anunciado la trivialización de estos ataques. Sin embargo, esta película anunciaba los horrores actuales. Este horror ocurrió muy cerca de nosotros, en nuestra casa...

¿Ilan Halimi murió para nada? Sarah Halimi, ¿fue asesinada para nada? ¿Los tres niños judíos asesinados en Toulouse por Mohamed Merah murieron para nada? ¿Los tres soldados franceses asesinados por Merah murieron por nada? Estos crímenes fueron cometidos para "vengar la muerte de niños palestinos" y para vengar a los musulmanes combatidos por el ejército francés en Afganistán.

Justo antes y después de estos crímenes, un comediante basó su éxito en un espectáculo explícitamente antijudío y en el que se reía sobre la libertad de expresión para este tipo de cháchara antisemita, lo cual nos dice lo que está profundamente degradado en nuestro país.

La ceguera del "vivir juntos"

La obsesión por este lema políticamente correcto, su repetición infinita gracias a la inspiración islamista, revelaron una historia que se había visto venir. Toda la fuerza de la película de Alexandre Arcady era mostrar esa siniestra banalidad. El lenguaje de los bárbaros es el del eructo, cuyo escenario también le protagoniza el rap de Medina como portavoz. Algunos de sus vídeos son una ilustración del odio.

Los códigos de comportamiento son los de la ultraviolencia. Los nuevos códigos de vestimenta, la capucha, el keffiyeh, el velo, el niqab y la barba, ahora dan otra firma política o de identidad. Ya no es la solidaridad con el sufrimiento palestino lo que se expresa sino otro proyecto, otra visión del mundo. Si la Sharia revisada por el Estado Islámico se asumía como código de conducta en esos "barrios difíciles", lo peor estaba por llegar. Y aquí está. En Niza, en la Promenade des Anglais, una tarde del 14 de julio, con el atropello y asesinato de decenas de personas.

Lo que la película de Alexandre Arcady dio a ver forma parte de nuestro mundo, de este mundo supuestamente común donde se trataría de "vivir juntos". Este espejo es aterrador porque el conjuro de "vivir juntos" niega a la realidad su realidad, y al mismo tiempo se niega a nombrarla, a calificar a aquellos que se separan del "vivir juntos" para hacerlo entre ellos o imponer su ley.

Después de Mireille Knoll

¿Por qué el "signo judío" hace perder la razón a tantos buenos espíritus dotados de razón? ¿Són odiados los judíos a causa del daño que se les ha hecho? ¿Deberíamos buscar fundamentos, fuentes bíblicas, que han construido el estatus simbólico del "signo judío" en la historia? ¿El odio de Israel permite una reformulación aceptable, porque el antisionismo es una versión de este odio arcaico? ¿Cómo deshacerse de una deuda simbólica si no es eliminando al deudor? ¿Cómo borrar la culpa si no se acusa a su víctima de un delito idéntico?

Estas tragedias ocurren hoy justo en el momento de la gran celebración narcisista de mayo del 68. Los falsos héroes septuagenarios se autoglorifican con complacencia sin que en ningún momento cuestionen la responsabilidad del pensamiento de 68 en la decadencia intelectual contemporánea.

El asesinato de Mireille Knoll, que ocurrió al mismo tiempo que el asesinato del Coronel Arnaud Beltrame por un fanático islamista, le da al momento toda su dimensión simbólica. Fue en París en marzo de 2018, en esta ciudad, la capital de este país en la que el padre de Emmanuel Lévinas había elegido vivir porque fue capaz de levantarse para probar la inocencia de un oficial judío injustamente condenado. Fue aquí donde esta octogenaria, sobreviviente de la Shoah, fue asesinada.

¿Qué más podemos decir? ¿Un kaddish por Francia?

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