Wednesday, August 16, 2017

Se veía venir tras Obama: Los principales candidatos demócratas a las próximas presidenciales abandonan a Israel





El lunes, la importante senadora demócrata Kristin Gillibrand asistió a una reunión del ayuntamiento en Queens, y anunció que retiraba su apoyo a un proyecto de ley anti-BDS. El movimiento se produjo después de que la senadora se reunió con la ACLU, que argumenta que el proyecto de ley sofocaría la Primera Enmienda. Pero de hecho no lo hará: los nuevos patrocinadores, señores Cardin y Portman, explicaron en una carta el mes pasado a la organización de libertades civiles que la nueva iniciativa legislativa simplemente modifica una ley de 1977 que prohíbe a los estadounidenses cumplir con boicots extranjeros no autorizados - la antigua campaña de la Liga Árabe contra Israel - y la amplía para incluir boicots sancionados no sólo por gobiernos extranjeros, sino también por organizaciones gubernamentales internacionales. En otras palabras, el proyecto de ley es una adición importante, pero relativamente menor, a una ley que ha estado en los libros durante cuatro décadas y que fue confirmada por los tribunales. ¿Por qué entonces la senadora demócrata Gillibrand cambió de opinión?

He llamado a sus representantes de prensa, que me dirigieron a sus comentarios en el ayuntamiento. Allí, la senadora dijo que aunque ella no estaba de acuerdo con la interpretación de la ACLU, creía que el grupo lo había hecho honestamente, y estaba preocupada de que otros pudieran tener la misma interpretación y creer erróneamente que el nuevo proyecto se aplicaría tanto a individuos como a empresas. Lo que claramente no lo hace.

Deténganse y piensa en esto: aquí tenemos a una senadora demócrata de los Estados Unidos diciendo que como ella está preocupada de que algunas personas puedan percibir un proyecto de ley de forma completamente contraria a lo que su lenguaje claramente indica, ella no lo apoyará. Los proyectos de ley, por supuesto, están abiertos a debate y están sujetos a interpretación, pero para eso tenemos a los tribunales, y a la Constitución, la primera encargada de mantener su autenticidad. Pero alejarse de un proyecto de ley porque algunas personas en algún momento pueden malentenderlo, no es sólo políticamente oportunista, sino una invitación a la futuras presiones.

El senador demócrata de Nueva Jersey, Cory Booker, votó el jueves contra la Taylor Force Act, un proyecto de ley que cortaría la ayuda financiera estadounidense a la Autoridad Palestina mientras Mahmoud Abbas y sus matones siguen pagando un montón de dinero a los terroristas y a sus familias. El proyecto de ley finalmente fue aprobado por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado con una votación de 16-5, lo que significa que los demócratas estaban convencidos de la sencilla proposición moral de que probablemente es una mala idea enviar el dinero de los contribuyentes a personas que los usan para incentivar el asesinato de judíos.

¿Entonces por qué votó en contra este senador? Una vez más, se refugia en su defensa ante "hipotéticas consecuencias no deseadas": "Mientras que el senador Booker apoya el objetivo declarado de este proyecto de ley", escribió su portavoz, "la legislación tal como se ha redactado podría tener consecuencias drásticas no deseadas en una región volátil y hacer que la situación de seguridad vaya a peor".

Es una pena que este mismo senador no haya aplicado esa misma lógica antes de aprobar el acuerdo con Irán. Un poco de escepticismo por su parte acerca de entregar cientos de millones de dólares al primer exportador mundial del terrorismo, antisemitismo y la negación del Holocausto habría tenido un fuerte impacto.

Entonces, ¿qué está pasando aquí? Nada bueno. Como señaló Seth Mandel,el  editor de The New York Post, estos recientes acontecimientos deberían ser particularmente preocupantes para los judíos porque Booker no es precisamente un ideólogo, sino un adivino capaz de determinar en qué dirección soplan los vientos políticos. Y para los demócratas, están soplando lejos de los judíos.

Difícilmente se puede culpar a los senadores por pensar así. Cuando el mayor movimiento de base progresista en años es liderado por un orgulloso fanático antijudío, cuando las marchas agitando las banderas de los derechos civiles y la igualdad prohíben a la Estrella de David, cuando los medios de comunicación, las universidades y las organizaciones de derechos humanos se apresuran a señalar histéricamente a Israel con el oprobio, en resumen, cuando todo el bloque político de los demócratas se desplaza hacia la izquierda radical, un político tendría que ser muy valiente o muy necio para no seguirlo.

Especialmente cuando tantas instituciones judías, lamentablemente, van a la deriva. El AIPAC, por ejemplo, fracasó miserablemente en detener el acuerdo con Irán invirtiendo millones de dólares para llegar hasta los políticos progresistas, violando así el primer principio de un lobby eficaz, a saber, abrazar siempre a los amigos y luchar contra los enemigos. La ADL, que está tan ocupada en realizar advertencias contra miembros de la alt-derecha, la alt-light y otros operadores de la derecha, se molestó en comentar de pasada la Taylor Force Act, siendo la primera mención pública de la organización sobre la legislación. Y el Forward, hasta hace unos años una publicación judía dominante, acaba de publicar una lista de personas que son una amenaza para los judíos en la cual incluye a Trump y a los líderes de Hamas y Hezbollah

Esto que parece una locura ideológica, está infectando lamentablemente incluso a políticos que solían ser unos representantes confiables y razonables de los intereses judíos estadounidenses. Dada la manera en que van las cosas, es difícil ver como el Partido Demócrata podría seguir siendo el hogar político natural de los judíos estadounidenses por mucho más tiempo.

PD. La importante senadora demócrata, y muy posible candidata a las primarias, también se opone a la ley anti-boicot para acercarse a las bases anti-Israel del partido demócrata

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home