Saturday, May 20, 2017

¿Debería la Universidad Hebrea de Jerusalén también cambiar de nombre? - Dror Eydar - Israel Hayom



Que la Universidad Hebrea de Jerusalén no haga sonar la "Hatikva" en sus ceremonias no es nada nuevo. Desde hace algunos años la universidad se ha abstenido de "herir los sentimientos" de los estudiantes árabes. En su defensa, la universidad argumentó que no existe una ley que requiera que el himno nacional suene en las ceremonias. Esto se conoce como esconderse detrás de la letra de la ley. La Universidad Hebrea es un símbolo nacional. La idea de fundarla se tomó en el Primer Congreso Sionista hace 120 años. En realidad, fue el "Hatikva", un símbolo de dar vida a esos judíos que se estaban despertando y que regresaban a su tierra, el que yacía en el corazón de la creación de la universidad en el Monte Scopus, frente a Sion - Jerusalén.

El escándalo actual nos suministra un poco de ironía de la historia: Antes de la ceremonia para celebrar la apertura de la universidad en abril de 1925, los árabes de la región declararon una huelga general y colocaron banderas negras. Este era lo último que necesitaban para que los Yahud (los judíos) decidieran acercar la ciencia y la investigación a Israel. Con ello podrían finalizar la fundación de un Estado judío.

Silenciar el "Hatikva" en las ceremonias oficiales de la universidad es una (pasajera) victoria moral para los descendientes de las personas que, en la Guerra de la Independencia, trataron no solamente de silenciar las esperanzas de Israel - que había surgido del polvo y las cenizas y que daría lugar al naciente Estado judío -, sino que también se oponían a la creación de esa misma universidad que hoy, "considera y tiene en cuenta sus sentimientos", y niega su propia historia.

Tener consideración con los sentimientos de las minorías es una buena cosa, pero es un tremendo error dejar que la minoría imponga su dictamen sobre la mayoría y borre su identidad. La afirmación de que el "Hatikva" hiere los sentimientos de los árabes "significa aceptar su falsa narrativa que afirma que invadieron su tierra natal y fundaron un estado sobre sus ruinas, y que en 1948 en realidad no quisieron aniquilarnos, ya que acabaron siendo las víctimas", por lo que debemos disculparnos por el himno y ser considerados con ellos.

Vamos a seguir adelante con este absurdo: ¿acaso el título "hebreo" de esta universidad no hiere los sentimientos de aquellos cuyos padres trataron de eliminar a los hebreos? Tal vez los dirigentes universitarios deberían propugnar cambiar el nombre de su universidad por algo neutro, ya que así, y Dios no lo quiera, no poseería ningún atisbo de nacionalismo judío.

"Hatikva" no debe herir los sentimientos de cualquier persona al que le guste la libertad y la liberación. Nuestro himno nacional es la "Internacional" de aquellos que persiguen el bien y el progreso en todo el mundo. Es el himno del pueblo judío en los modernos tiempos del exilio. Cualquier persona que no lo contemple dice mucho de dónde está y de cuál es su posición. Gracias a la "2000 años de esperanza" regresamos a nuestra tierra, y gracias a ello, y a Israel, los árabes y otras minorías disfrutan de la única democracia en el Oriente Medio y de los logros que la Universidad Hebrea, que fue fundada como parte del plan sionista, y que ha contribuido al país, a la región y al mundo entero.

Durante muchos años, las universidades estadounidenses han estado bailando con la muerte convirtiéndose en bastiones del sentimiento anti-estadounidense en el que se ha educado a generaciones de graduados, algunos de los cuales están separados de su identidad. El mundo académico israelí es vital para nuestra existencia como estado independiente y no debemos permitir que existan procesos similares para convertir a nuestras universidades en fortalezas del sentimiento anti-israelí separadas de la identidad judía del país.

La democracia no puede durar por mucho tiempo sin patriotismo. No cantar el himno nacional no representa un gran problema en sí mismo, pero es un proceso preocupante que forma parte de un fenómeno más amplio, y que tiene que ver con el gran debate sobre nuestra identidad aquí en Israel. Algo por lo que vale la pena luchar.

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