Monday, May 15, 2017

¿Cómo tratar con Trump? El debate Netanyahu-Bennet - Shmuel Rosner


El primer ministro Binyamin Netanyahu y el ministro de Educación, Naftali Bennet han estado teniendo una  interesante pelea en los últimos días. Es una lucha con claros matices e implicaciones políticas, donde a cada uno de estos dos líderes les gustaría presentarse ante el público como el verdadero guardián de los intereses de Israel. Pero también es una lucha legítima sobre tácticas,  es decir, sobre cuál es la forma más eficaz para Israel de prepararse ante Donald Trump y su plan a medio cocinar de hacer avanzar el proceso palestino-israelí.

Netanyahu es el líder del Likud, el principal partido de la derecha israelí. Bennet es el líder de Habait Hayehudi, un partido mucho más pequeño que suele ser el hogar político dentro de la derecha de los sionistas religiosos. A Netanyahu le gustaría mantener su trono como el líder nacional de la derecha. A Bennet le gustaría suceder a Netanyahu, a pesar de que proviene del partido equivocada para lograrlo. Así que hay un matiz político en todos los debates de estos dos políticos - que también tiene un aspecto personal -.

Luego está la sustancia del debate y las preguntas reales que deben resolverse. Por ejemplo: ¿Es prudente para Israel dejar que Donald Trump decida por sí mismo si desea mover la embajada estadounidense en Jerusalén, tal como se comprometió a hacerlo, o tal vez sería más prudente para Israel ejercer presión sobre el presidente de Estados Unidos al recordarle públicamente que hizo una promesa y que Israel tiene expectativas basadas en esa promesa?

Bennet insinúa que el primer ministro está dejando que Trump decida por si mismo al ser cauteloso a la hora de expresar las expectativas que tiene Israel. Él ha estado criticando a Netanyahu para ganar puntos políticos, pero también porque parece pensar que ser claro sobre las expectativas de Israel es la única posibilidad que tiene Israel de lograr sus objetivos.

Cuando se trata de desacuerdos en la táctica, la cuestión de la embajada es solamente un pequeño desacuerdo. La verdadera cuestión es la solución de dos estados. Es decir, ¿debe quedar clara la falta de entusiasmo e interés de Israel de tener a su lado un Estado palestino o debe difuminar sus intenciones y negociar su camino a seguir sin revelar sus verdaderos sentimientos?

Netanyahu es cauteloso. Esto es algo que muchos observadores externos no entienden en él debido a su bravuconería ocasional y a su imagen de línea dura. Pero en verdad, él es uno de los líderes más cautelosos en la historia de Israel. Él no juega, él no se involucra en movimientos bruscos. Él tiene cuidado en no calcular mal. Él no tiene nada de Ariel Sharon, que se la jugó con la evacuación de Gaza. Él no tiene nada de Ehud Barak - que se la jugó en Camp David -. Los críticos de Netanyahu podrían argumentar que su cautela conduce a la parálisis. Sus partidarios sostienen que en una región tan volátil el único enfoque razonable es ser precavido y conservador.

Bennet no es prudente. Por lo menos no todo el tiempo, aunque tampoco tiene el mandato para tomar decisiones reales. En otras palabras: Bennett  puede que sea audaz porque no tiene aún responsabilidades, o bien es audaz porque es verdaderamente audaz (Avigdor Lieberman también parecía mucho más audaz antes de llegar al ministerio de Defensa).

Cualquiera que sea el caso, su argumento es el siguiente: Israel perdió una oportunidad después de que Trump fuera elegido. Se perdió una oportunidad porque Israel no fue lo suficientemente claro sobre sus intereses e intenciones reales. Israel habría sido más prudente si hubiera dejado en claro que la solución de dos estados ya no estaba sobre la mesa. En tal caso, Trump no habría tenido la tentación de convertirse en un nuevo pacificador.

Bennet argumenta que la vaguedad de Israel crea un vacío. Los pacificadores, todos esos expertos y diplomáticos embarcados en los procesos de paz, son absorbidos por este vacío.

Netanyahu cree sin embargo que la claridad podría significar un problema. Si Israel abandona la solución de dos estados, la presión internacional sobre Israel para proponer otra cosa, o las medidas adoptadas contra Israel como castigo, se desencadenarían. También cree que la claridad podría complicar su diálogo con el presidente Trump. Si Israel plantea una posición con la que el presidente americano no está satisfecho, éste puede responder con dureza. Si Israel es vago, podría escuchar primeramente a Trump, tratar de entender sus posiciones, y luego asegurarse de tener un enfoque que se adapte a las sensibilidades de Trump.

Hay dos cuestiones que podrían ayudar a determinar cuál sería el mejor enfoque. Cuestión número uno: ¿cuál es el precio o el beneficio de mantener en reserva las opciones de Israel sin hacer grandes pronunciamientos? Cuestión número dos: ¿cuál es el precio o el beneficio de manifestar una posición por parte de Israel que no estuviera en línea con la de Trump?

Bennett tiene más miedo de la vaguedad. Él tiene miedo de un proceso de paz que en una pendiente resbaladiza gradualmente erosione la posición de Israel. Tiene menos miedo de Trump y de su potencial de furia. Netanyahu tiene más miedo de Trump. Él piensa que Trump cree en su propio poder para navegar con éxito en un proceso de paz, y considera que permanecer del lado de Trump será una característica clave de este éxito.

Netanyahu hace el siguiente cálculo: no hay ninguna razón para ir hacia una pelea con Trump, porque éste podría terminar aceptando las posiciones de Israel. E incluso si Trump no acepta las posiciones de Israel, es probablemente mejor manipular al Presidente que enfrentarse a él.

Por ahora Netanyahu tiene la sartén por el mango. En primer lugar, porque él es el primer ministro. En segundo lugar, porque Trump todavía no ha mostrado sus cartas y no ha revelado sus intenciones. Cuando Trump se vuelva más agresivo en sus demandas, esto podría cambiar.

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