Sunday, April 23, 2017

(Muy interesante) Sobre los ataques al sionismo religioso: El regreso del padre - Dror Eydar - Israel Hayom




1.- El diario Haaretz proporcionó a sus lectores un gran regalo este día festivo de Pascua: Un artículo difamatorio y antisemita escrito por Yossi Klein. Aquí es cómo empieza: "Los sionistas religiosas [israelíes] son ​​peligrosos. Son más peligrosos que Hezbolá, más peligroso que los conductores palestinos que nos atropellas y que los jóvenes palestinos que utilizan cuchillos y tijeras contra nosotros. Tú puedens neutralizar a los árabes, pero no puedes neutralizarlos a ellos [los sionistas religiosos]. ¿Qué quieren? Ellos desean apoderarse del país y deshacerse de sus árabes".

Se pone bastante peor a medida que continúa, con una colección de estereotipos racistas y antisemitas. La verdad es que este artículo no es drásticamente diferente de muchos otros artículos publicados por el Haaretz. Pero no importa, pues para el deleite de los peces gordos de este diario una tormenta política se ha desatado alrededor a él y, por un momento, se desató una competición a cerca de quién podía condenarlo de la manera más dura.

Klein, el autor del artículo, fue el editor en jefe de Kol Hair a finales de 1970, un periódico local de Jerusalem propiedad del mismo grupo que posee el Haaretz . Más tarde, en la década de 1980, trabajó como editor en jefe del Hadashot, un diario nacional de corta duración también propiedad del grupo Haaretz. Cualquier persona que se sorprendiera al leer lo que escribió esta semana debería versiones previas del mismo publicadas en esos antiguos diarios, así como en otros documentos de dicha época, y comprobar que su último artículo simplemente reflejaban los valores fundamentales que guíaban a la gran mayoría de los medios de comunicación israelíes por aquellos días. Los religiosos y los colonos eran demonizados de manera rutinaria y regular, no sólo en esa prensa sino también en la literatura, en el teatro, en el cine y en el arte. Los judíos religiosos (de ninguna manera los árabes) eran caracterizados como el último "Otro" y representados como la mayor amenaza que enfrentaba la sociedad moderna israelí.

La realidad puede ser vista como una red de significados y significantes. En la superficie - la superficie física, cultural, social y espiritual - se puede ver una cosa (el significante), pero detrás de ella se encuentra un fenómeno más significativo mucho más profundo (el significado). La cuestión de la identidad del pueblo judío ha estado en el meollo de las mayores diferencias que nos han perseguido a lo largo de la historia, y más aún desde nuestro regreso a nuestra tierra y el establecimiento de nuestro Estado independiente. Este es el concepto clave, o significado, de nuestra existencia. ¿Quienes somos?

2.- Hay dos aspectos principales de nuestra identidad como pueblo: el nacional, el aspecto secular, y el religioso, el aspecto cultural. Durante miles de años, nuestro pueblo se había acostumbrado a conducir por el valle de sombra de la muerte entre los otros pueblos y naciones, entre la destrucción y la salvación, con Dios como su guía. Este era el significado fundamental del concepto de "judaísmo", que incluía a la ley judía, las costumbres y rituales, y un sinnúmero de textos - la Biblia, Mishná, Midrash, Talmud, la filosofía, la poesía, la Cábala, los responsas y mucho más. Esta impresionante civilización estaba anclado en una cosa: el Dios de Israel, la razón de ser de los judíos. Incluso un ateo estaría de acuerdo.

Hacia el final del siglo XVIII, y durante el transcurso del siglo XIX, el regreso a la historia estuvo acompañado por un proceso de constante intensificación de la secularización. Una parte significativa de la élite social judía borró todo vestigio religioso de su identidad judía. Siguiendo un tanto a Freud, cometieron una especie de parricidio. Gran parte de la élite dominante se rebeló contra el antiguo "padre" que una vez dirigió a la familia, cortando con él  por consideraciones diplomáticas nacionales, políticas y sociales. Como un adolescente que debe rebelarse contra sus padres con el fin de desarrollar su propia identidad (el proceso de separación-individualización), en nuestro regreso a la patria histórica se procedió a cortar el cordón umbilical religioso en un esfuerzo por desarrollar una identidad nacional moderna. La idea religiosa fue exiliada, y durante mucho tiempo no entró en ninguna de las consideraciones legítimas de nuestra nación.

"Nuestro lugar de residencia ya no es 'sólo con Dios', y ya no conocemos un lugar de residencia, ni lo buscamos", escribió Yosef Haim Brenner en su crítica del Rabbi Abraham Isaac Kook en diciembre de 1913. En un texto anterior (en noviembre de 1910), escribió desafiante: "La cuestión de nuestras vidas judías no es la cuestión de la religión judía... Nosotros, los judíos libres, no tenemos nada que ver con el judaísmo".

Pero, contrariamente a la afirmación antisemita, nuestra gente no asesinó a Dios, sólo lo reprimió. El concepto de parricidio no significa una ruptura permanente, sino más bien una represión. Por debajo de la superficie, detrás de la escena, el fuego religioso brilló e influyó en el discurso y en la conducta de nuestro pueblo, al igual que el subconsciente en la psicología, al retener una enorme experiencia, fundamental, que afecta sin saberlo a la parte consciente de la personalidad.

De este modo, por medio de este proceso histórico, Dios se convirtió en el "Otro" en la sociedad israelí. Algunos se sienten amenazados por la posibilidad de un retorno de Dios, pero algunos lo desean. El miedo al retorno del antiguo padre representa el temor a que al aspecto religioso se infiltre profundamente en la vida secular, y en el corazón de la acción diplomática y política. Es el temor a que lo religioso domine a lo secular, el mesianismo a la racionalidad, el mito a la lógica. El artículo de Yossi Klein es otro ejemplo, uno más bien vulgar, del profundo temor entre la izquierda secular ante el aparente cambio en la sociedad israelí. Ellos tienen miedo de que la sociedad israelí se aleje de su visión del retorno a Sión, imaginado como un proceso puramente secular.

Para tomar prestados los términos de Nathan Alterman en su profético libro de 1941, "La alegría de los pobres", se podría decir que la novia (el sionismo), que hace todo lo posible para sobrevivir en la ciudad sitiada (Israel), resulta atraída y repelida ante la idea que su padre muerto-vivo (el judío) regrese. Su terrible miedo se asemeja al de una víctima de violación a conocer a la persona que cree que la violó brutalmente.

3. En sus ensayos sobre la psicología y la religión, Carl Jung demostró que en la base de toda religión mundial existe la necesidad de controlar a unos creyentes que puedan acercarse demasiado a Dios en un ambiente no controlado. Jung comparaba a Dios con el subconsciente, la cuál podía inundar repentinamente la conciencia sin previo aviso y destruir el sistema de equilibrios psicológicos de la persona. Es por eso que los mecanismos de rituales y prohibiciones se ponían en marcha para evitar que el creyente llegara hasta la santidad de manera expuesta y sin defensas, y a esa experiencia que Jung llamó la "revelación individual".

La Guerra de los Seis Días de 1967 fue un accidente histórico. No fue planeado. Pero expuso a los israelíes a lo que habían reprimido durante los 19 primeros años de la existencia de Israel. Samaria, Judea y, sobre todo, Jerusalén, no solamente eran los Territorios ocupados. El encuentro cara a cara con estas áreas puso a los israelíes ante la base de la historia judía, revelando el significado último detrás de estas nuevas extensiones de tierra. Se obligó a los israelíes a hacer frente al concepto metafísico que habían reprimido: Dios. Estas incorporaciones territoriales eran un recordatorio físico de la antigua núcleo judío que había permanecido inactivo, bajo innumerables capas, dentro de la identidad nacional israelí moderna.

Es seguro decir que los actuales conflictos políticos y diplomáticos son sólo la espuma de las olas de la tormenta de nuestra identidad. A continuación se encuentra el quid de la controversia, enraizada en la manera de ver al "antiguo padre" - el Dios de Israel - y los aspectos religiosos dentro de nuestra identidad nacional hebrea. En otras palabras, el problema no es la ocupación, sino más bien la forma en que veamos la antigua identidad que representa la tierra. Cuanto más nos acerquemos al núcleo de nuestra identidad, mayor es el potencial del conflicto.

Dentro del sistema de nuestros símbolos culturales, los religiosos israelíes (y también, en muchos aspectos, los Mizrahi israelíes) significan esa dimensión religiosa reprimida. Y a medida que poco a poco comienzan a reemplazar a la vieja élite, accediendo a las instituciones que antes estaban bajo la hegemonía total de la izquierda secular, la resistencia a este proceso se intensificará, ya que se percibe como una amenaza existencial para la revolución secular. No se alarmen, no es una toma del poder. Es una fusión mutua. Y como sucede a menudo en las fusiones, esto también implicará fricción y conflicto. Pero no se preocupen. Tengan paciencia.

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